Tan pronto entra el sol por mi ventana se va, un día y otro y otro más, y ya van tres. Tres días sin apenas levantar cabeza. Tres días que han pasado de largo por mi vida. Tres días para olvidar. Tres días para reflexionar. Tres días para parar un poco, para desintoxicarme de tanta mierda. Todo eso se puede hacer en tres días y sin embargo no he hecho absolutamente nada más que quejarme por un dolor que me he causado yo misma y mi estupidez, pero ya no es momento para lamentarse por lo que pude hacer y no hice. Ante tanta indisciplina ahí tengo mi castigo, que será en adelante la única forma de redimirme.
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