Envidio a la gente que sabe tocar un instrumento. Siempre he pensado que si tocara un instrumento compondría mis propias canciones y podría ganarme la vida con ello.
No sé tocar un instrumento, tampoco he intentado aprender, ironías de la vida, supongo que prefiero lamentarme por lo que no tuve posibilidad de hacer, que aprender y después darme cuenta de que nunca me ganaré la vida con mis canciones.
Pero solo por si acaso, por si algún día decido cambiar de opinión, voy golpeando estas teclas, y con cada tecla que toco empiezo a eructar palabras que salen a trompicones al principio. Voy dejando que salgan a cada golpe, se me escapan de las manos, se me caen de la cabeza, como si no tuvieran otro destino diferente que el de ser compartidas. Algunas son impacientes y no entienden de continencia, se lanzan en picado sin miedo a morir en el mismo momento de aterrizar, por lo menos lo intentaron; otras son más precavidas y prefieren saltar con paracaídas solo así tienen la certeza de que no se estamparán contra el fondo de cualquier papelera. Y al final termino por convertir lo que en principio solo eran palabras en verdaderas enredaderas de sentimientos o caóticas ideas. Y sin necesidad de instrumentos voy componiendo las canciones de mi vida, las melodías que me ayudan a seguir viviendo aunque nunca llegue a ganarme la vida con ellas. Poco a poco, por si acaso, voy plasmando mis notas a cada golpe, con cada tecla.
Sí te consuela, a mí me parece que las teclas las tocas muy bien...
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