miércoles, 31 de agosto de 2011

valga la redundancia

A veces pienso que me gustaría haber nacido con otra cara o con otro cuerpo, o quizás un poco más alta, y por qué no, también un poco menos blanca (algo de color no me habría venido nada mal ya que nos ponemos)

Sin embargo suelo desechar la idea prácticamente en el mismo momento en que se me plantea.


Soy como soy precisamente por como soy... valga la redundancia

lunes, 29 de agosto de 2011

Una vez más, las casualidades



El que volviera a ver al noruego casi un año más tarde fue una de esas extrañas casualidades que condimentan la existencia y crean la esperanza de que, a pesar de todo, existen fuerzas ocultas que conducen nuestras vidas lateralmente y de vez en cuando nos tiran una pizca los hilos del destino.



"Maya". Jostein Gaarder

Remember: Happiness is a way of travel, not a destination

No necesitaba nada, porque ya lo tenía todo, y sin embargo sus ojos estaban vacíos, como lo estaba su vida.

Una meta: ser rico.
Una observación. ¿Qué es ser rico?

El problema de fijarse una meta es que cabe la posibilidad de que no se cumpla nunca.

Nunca se es suficientemente rico. No era feliz ahora. No lo sería nunca.

Lloró. Y se permitió hacerlo durante un buen rato. Había olvidado el placer que producía llorar. Se secó las lágrimas de la cara y se dio cuenta de que los últimos años había vivido como un autómata, como si alguien hubiera pulsado el botón que desconecta los sentimientos. Programado para no sentir. Y ni siquiera había sido capaz de percatarse de ello hasta ahora.

¿Cómo había podido dejarse engañar de esa manera? Echó la vista atrás y recordó. Recordó cuando aún era un niño, recordó que un día fue capaz de reir, y también de amar. ¿En qué momento exactamente había dejado de hacerlo? El problema, pensó, es que no había un momento concreto, una situación determinada a la que poder culpar; el proceso suele ser paulatino. Pero él se dio cuenta al final. Es posible aniquilar a los demás para llegar a “lo más alto”, pero olvidamos que lo más alto no debería estar en la cima de la montaña de cadáveres coleccionados a lo largo del camino.

Los valores que nos inculca la sociedad son todo menos humanos.
O quizás lo son demasiado… 

martes, 23 de agosto de 2011

Formas de descubrir a un cobarde

Existen dos tipos de personas en la vida: Los cobardes y los que plantan cara.

Formas de descubrir a un cobarde:

El cobarde no se enfrentará nunca a sus problemas, preferirá darles la espalda y fingir que la cosa no va con él, pues dicen que "ojos que no ven corazón que no siente", y es por esto, que el cobarde también será mentiroso, pero no engaña a nadie más que a sí mismo, aunque tratará de hacerlo a toda costa. Llegados a este punto, podríamos decir del cobarde que es manipulador, porque el engaño a uno mismo comienza por engañar a los demás. El cobarde es egoísta y también egocéntrico, y a lo único que teme es a ser descubierto.

lunes, 22 de agosto de 2011


Aún hay noches en las que me da por llorar,
son las noches más largas y tristes,
pero también son las más necesarias para poderte olvidar,
porque cada noche lloro un poco menos,
hasta que llegue un día en que no llore más...

Mi problema es, ¿de verdad quiero dejar de llorar?

lunes, 8 de agosto de 2011

Siempre quise ser un Comodín...

- Si entre toda esa gente hubiera al menos alguien que sintiera el mundo como algo maravilloso y misterioso...

tomó un respiro antes de continuar:

- Allí abajo habrá unas mil personas, Hans Thomas. Si tan solo una de ellas viviese la vida como una alucinate aventura, y con eso quiero decir vivirla día a día...

- ¿entonces, qué? - pregunté, porque de nuevo se había detenido en medio de una frase.


- Entonces él o ella serían un comodín de la baraja.
...

mi viejo se consideraba un comodín. Lo decía muy pocas veces, pero yo sabía desde hacía mucho tiempo que se consideraba un comodín de la baraja.

El comodín es un pequeño bufón, distinto a todos los demás. no es ni trebol ni diamante, ni corazón ni pica. Tampoco es un ocho o un nueve, ni rey ni reina. Es el que se queda fuera de todo aquello de lo que los demás forman parte. Está dentro de la misma caja, con todos los demás naipes, pero no es como ellos. Por lo tanto puede ser retirado sin que nadie lo eche de menos.

Pero eso no era todo: mi viejo era un comodín también en su papel de filósofo. Siempre veía cosas extrañas, a las que los demás estaban ciegos.



"El misterio del solitario". Jostein gaarder

jueves, 4 de agosto de 2011

"El principio del fin"

No sabría decir con exactitud cuando pasó, probablemente porque estas cosas no suceden de golpe.
Un día empiezas a encontrarte mal, y al siguiente un poco peor, pero pasa mucho tiempo hasta que te das cuenta, al principio no quieres creerlo, y  lo encierras en tu interior, bien adentro, para que nadie pueda si quiera hacerse una idea. Finges estar bien y evitas hablar del tema, si lo haces estás perdido, piensas. Y te mueres de miedo, simplemente no quieres saber que tu cuerpo te está fallando, que ya no responde como solía hacerlo, no quieres saber que simplemente se ha rendido, y te ha dejado tirado como a una colilla.
¿Qué hacer cuando tu cabeza quiere vivir, pero tu cuerpo no la acompaña?
Él se moría por vivir, aún era joven, había tantas cosas que no había tenido tiempo de hacer…sin embargo ni siquiera le quedaban fuerzas para ello, su cuerpo tampoco le dio esa pequeña tregua. Así estaban las cosas, un mes de vida, le dijeron, sin tratamiento posible. Tendría que pasar sus últimos días agonizando en un hospital. No podía evitar sentir rabia al pensar cuánta gente en el mundo detestaba la vida y deseaba morir, mientras él rezaba pidiendo un milagro que le permitiera quedarse un poco más, solo un poco más… ¿era mucho pedir?
Abrió un ojo, despacio, temeroso de que nada hubiera cambiado. Como todas las mañanas del último mes echó un vistazo rápido a su alrededor, vio el blanco de las paredes y un olor a desinfectante le quemo la respiración.  Los volvió a cerrar, con suerte podría dormir un rato más. Y quizás al despertar se diera cuenta de que todo había sido un mal sueño. 
Y así, con el monótono sonido de sus pulsaciones de fondo, entro en un sueño profundo, del cual deseó no salir.
Hoy se cumplía un mes. Se acercaba su hora.
Se despertó al escuchar su voz, hacía años que no la oía y sin embargo la reconoció al instante. Sólo entonces se dio cuenta de que no la había olvidado nunca. La miró. Qué guapa era. No había cambiado nada, el tiempo se había portado bien con ella. Seguía teniendo la misma mirada de siempre y cuando sus ojos se encontraron no fueron capaces de sostener la mirada.
-          Hola Ben- susurró ella cabizbaja.
-          Hola Mia- contestó él sonrojado. Y se dio cuenta que era la primera vez que sonreía desde hacía mucho, mucho tiempo.
Y así comenzaron a hablar de todas las cosas que les habían sucedido desde la última vez que se despidieron en esa playa, enterrada en la memoria de ambos por el peso de tantas  y tantas noches impregnadas de alcohol, con olor a perfumes ajenos, y despertares con el sabor amargo que deja el arrepentimiento.
Noche tras noche, día tras día, año tras año…toda una vida para olvidar lo inolvidable. Tanto tiempo invertido para darte cuenta en un instante que todos tus esfuerzos han sido en vano.
Ella se quiso quedar esa noche, él no se negó. Ella le prometió que se quedaría con él todos los días de su vida, a él le pareció justo. Ella le juro que viajarían por todo el mundo, él se dejó acompañar. Y así comenzó  “el principio del fin”.
Cuando Ben se fue, Mia encontró una pequeña libreta en sus manos. Llorando, la cogió, estaba abierta por la última hoja. La última frase rezaba: “Cuando la encontré estaba perdido, con ella aprendí que se puede soñar despierto, y que se puede morir en paz”
Mia cerró la libreta, en la portada había escrito con una letra irregularmente bella “El principio del fin”. Su interior estaba repleto de historias, historias para ella, historias en las que él no moría, pero sobre todo historias para su pequeño, para que cuando creciera pudiera decir que su padre nunca se olvidó de él.