jueves, 29 de septiembre de 2011

CENICIENTA

Son las doce y cinco de la noche. Si fuera Cenicienta ya tendría que estar de vuelta a casa, menos mal que no lo soy. Nunca me gustó la historia de Cenicienta, creo que es por ello que intento no llegar a casa nunca antes de la medianoche. Me pongo el disfraz, hago un poco el paripé y me llevo a alguno a la cama. Podéis llamarme puta, pero afortunadamente yo no cobro por mis servicios, no me gusta mezclar trabajo y placer ¿sabéis? Si follar es trabajar, ¿con qué coño voy a disfrutar en mi tiempo libre?

domingo, 18 de septiembre de 2011

LA PRINCESA QUE VIVÍA EN UN PALACIO DE CRISTAL

Érase una vez una princesa que vivía en un palacio de cristal.

Desde su alcoba de cristal podía ver la luna y todas las estrellas por las noches. Y por las mañanas se despertaba con el saludo del sol.

A ella le gustaba vivir en su palacio de cristal porque desde allí podía observar y controlar todo lo que ocurría a su alrededor sin necesidad de salir a la calle. Se acostumbró a vivir allí, aislada.

Un día, mientras la princesa dormía, una nube gigante se detuvo justo encima del bonito palacio y con sus truenos comenzó a llamar a la princesa, pero ella no podía oirla, el sonido no traspasaba el cristal. La nube, enfadada por la falta de atención de la princesa, empezó a lanzar sus rayos sobre el palacio con la esperanza de que la luz hiciera despertar a la princesa, pero ésta, ajena a lo que estaba ocurriendo fuera del palacio, no se inmutó.

Entonces la nube se puso a llorar, dejando caer sus lágrimas sobre el palacio. Lloró tanto y tan fuerte que todos los cristales del palacio estallaron y se hicieron añicos.

Cuando la princesa despertó, su palacio había desaparecido. Sintió mucho miedo, el mundo se veía muy diferente al otro lado del cristal. Llevaba tanto tiempo encerrada en el palacio, que cuando se vió fuera de él, no reconocía lo que veía a su alrededor. Había vivido en una burbuja de cristal, un lugar donde nadie podía herirla, un lugar donde era feliz, pero también un lugar peligroso porque no era real. Ahora tendría que acostumbrarse a vivir sin escudo...

martes, 13 de septiembre de 2011

Pánico

¿Y si me tiro? Creo que si me tiro nadie se daría cuenta de que ya no estoy. Me tiro. No me atrevo. Soy indecisa hasta para suicidarme. Manda cojones la cosa. Mi indecisión me enerva. Me alejo del alfeizar de la ventana. Me siento en la cama. Me doy cuenta de lo que he estado a punto de hacer. Empieza a asediarme esa sensación. Otra vez. Me pasa de vez en cuando. Cada cierto tiempo. Desde que era pequeña. Siento una presión en el pecho. Cada vez es más fuerte. Pánico a la eternidad. Todo empieza a dar vueltas. Es una espiral. Nunca termina. La cabeza me va a estallar. Y de repente vacío. La nada. Vuelvo a la realidad.
Sigo sentada en mi cama y ahora entiendo porque no me tiré. Me da más miedo morir que vivir, pues dicen que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Sé lo que me espera si vivo, pero nunca sabré que me deparará la muerte.
Decido que aún no es el momento para descubrirlo. Elijo no tirarme. Elijo vivir.

lunes, 5 de septiembre de 2011

"mitad hombre o mitad mono, te sacaré de aquí..."


Él no tenía la culpa de haber nacido mujer. Tuvo que haber algún error...
Entendió desde muy pronto que era un hombre, un hombre encerrado en un cuerpo que no le correspondía. Intentó hacer que los demás lo comprendieran también, sin embargo no fue así y por eso tuvo que empezar de nuevo, en otro lugar, con otro nombre, y con otro aspecto.
Por primera vez se sintió él mismo, su secreto estaba a salvo. Lo estaba, al menos, hasta que ella apareció. Aún no había conseguido reunir el dinero suficiente para la operación definitiva que le daría el aspecto que siempre debió tener.
Ella no notó nada extraño en él, y él no tuvo el valor suficiente para explicarle lo que ocultaba debajo de sus pantalones. Simplemente se dejó llevar, nunca había sentido algo parecido ni nadie había sentido antes nada por él. Todo era tan nuevo que creía que su pecho no podría soportar todas las sensaciones acumuladas en tan corto periodo de tiempo. Tenía miedo. Miedo a que todo le estallara en la cara. Miedo a ser descubierto. Miedo a ser rechazado, una vez más, y a no ser capaz de soportarlo. Miedo a hacer daño a la única persona que le había querido…
Esa tarde de primavera se disiparían todas sus dudas. El día se había levantado revuelto, con ganas de jugar, flotaba en el ambiente un aire enrarecido, la electricidad pasaba de una nube a otra y bajaba atravesando el cielo hasta tocar el suelo. Sólo los más valientes se atrevían a entrar en su juego aceptando el reto para el nuevo día. La calma que precede a la tormenta. El olor a lluvia cuando aún no ha caído una gota de agua. Son cosas que se saben, solo hay que estar un poco atento. Él también lo sabía, había aceptado el reto. No quedaba mucho tiempo para que ella descubriera la verdad.
La vio aparecer desde lejos, podría reconocerla aunque caminara entre 100.000 personas ataviadas con el mismo uniforme. Su forma de caminar era inconfundible, se movía de forma grácil, parecía como si flotara a cada paso que daba. Se miraron. Una gota de agua fue a posarse en la punta de la nariz de ella antes de que hubieran tenido tiempo de saludarse. Él utilizó la manga de su camisa para secarla y señaló con la cabeza la casa del árbol en la que habían pasado tantas tardes escondidos, ajenos al mundo, solos ella y él. Dos personas ansiosas por conocerse, por descubrirse.
Esa mañana él había decidido jugar, y jugaría hasta el final con una sola estrategia, mostrarse a ella tal y como era. Las posibilidades de perder eran más altas que las de ganar, pero decidió arriesgarse por ella, ella merecía su sinceridad, merecía poder valorar y decidir. De todas maneras estaba acostumbrado a perder y cada caída dolía un poco menos que la anterior, pero si ganaba…no era capaz de hacerse una idea, la vida le enseñó a no esperar nada de ella, era una forma de protegerse, el daño siempre es menor cuando uno no espera ganar…
La cogió por la cintura para ayudarla a subir y sus manos rozaron la línea que dibujaba sus pechos. No pudo evitar excitarse y avergonzado quitó las manos. Una vez arriba, ella le tendió la mano para que pudiera subir. Comenzaron a hablar como solían hacer. El ambiente estaba cargado, se acercaba la tormenta. El deseo comenzó a apoderarse de ellos. Ya no podían soportarlo más, demasiados momentos a solas,  demasiadas miradas furtivas,  demasiados secretos a voces, demasiadas noches a tientas buscando su luz en la oscuridad.
Ajenos a la lluvia que caía fuera, se fundieron en un cálido beso. Un beso feliz y triste a la vez, un beso lleno de remordimiento pero también de amor. El beso más deseado y el más temido.  Las manos de ella buscaron su cuerpo, pero él la detuvo. Ella buscó su mirada y él miró hacia otro lado, esquivándola. Ella levantó su cara con ambas manos obligándole a mirarla directamente a los ojos y sin mediar palabra lo dijo todo. -Sé que escondes algo, lo noto por cómo me miras, no tengas miedo, sea lo que sea no importa, te lo prometo.- Le imploró sin abrir la boca,  no hacía falta, ellos no necesitaban hablar para entenderse. Y cuando él iba a contárselo todo ella le tapó la boca con sus dedos y comenzó a desnudarlo, poco a poco. Una venda cubría sus pechos, aplastándolos hasta casi dejarlo sin respiración. Le desató la venda y besó hasta el último punto de su cuerpo, terminando en sus labios. Y así, abrazados lloraron juntos hasta que se quedaron dormidos…
Basado en la película "Boys don't cry" 

sábado, 3 de septiembre de 2011

Vivir antes de morir


Morir, y dejar de ser, irse, para siempre.

Vivir, para ser, aprovechar hasta el último minuto. exprimir los momentos.

Amar, porque solo amando se vive.

Llorar, sacarlo todo para seguir siendo.

Escribir, expresar lo que sientes y permitir a los demás ser parte de ti.

Cantar hasta quedarse sin voz.

Dormir, desconectar. Olvidar por unas horas. Dar tregua a nuestros pensamientos. 

Soñar con lo que un día seremos, o lo que nunca podremos ser.

Reír hasta llorar. De uno mismo y con los demás.

... Amar. Llorar. Escribir. Cantar. Dormir. Soñar. Reír. Amar...

                    Vivir antes de Morir