Esta
es la historia de PEPE, el CORAZON ADORMECIDO. Dejadme que os cuente cómo pasó…
Pepe
siempre había sido un corazón normal, como otro cualquiera. Día y noche
trabajaba afanosamente en su tarea de bombear la sangre a todos los rincones
del cuerpo de Juliette. Era muy concienzudo en su cometido pues sabía que de él
dependía que la pequeña siguiese adelante con su vida. Se movía sin descanso y
sin embargo no se cansaba nunca, el día que eso pasara sabía que sería el fin.
Pepe
era francés, como Juliette. Os preguntaréis entonces por qué tenía nombre
español. Pues bien; Juliette nació en Francia, pero pronto su familia emigró al
sur de España. Allí el nombre de Pepe era bastante común y Juliette empezó a
llamar así a su corazón. Como habréis podido observar, Juliette no era una niña
como otra cualquiera, ella le hablaba a su corazón, lo había hecho desde
siempre, pues a Juliette le gustaba llamar a las cosas por su nombre.
Como
iba diciendo, Pepe siempre había sido un corazón normal, pero de la noche a la
mañana todo cambió. Todo cambió sin previo aviso. Una fuerza extraña le invadió
y de pronto no podía parar de saltar de alegría. Bombeaba y bombeaba, pero lo
hacía sin darse cuenta, sin esfuerzo, siempre al compás de esa canción que no
paraba de sonar en el interior de Juliette. Cómo era, ah sí… decía algo así
como “all you need is love”. ¡Nunca se
había sentido tan vivo!
Entonces
Juliette le confesó a Pepe la razón de su alegría: Javier, así se llamaba él.
Pero
un día Javier no quiso volver más junto a Juliette. Ese día se apagó su luz,
todo se volvió oscuridad, y Pepe dejó de sentirse vivo, dejó de saltar, pues
inconscientemente ya no tenía ganas de latir, no podía, porque Juliette ya no
le daba motivos.
Pepe
se había convertido en un corazón adormecido.
Pero
Pepe pronto despertó. Porque a diferencia de Juliette, ya había olvidado el nombre
de Javier. Se había obligado a hacerlo por ella el día que ese cerdo se fue. No
pretendía quedarse de brazos cruzados viendo como Juliette se daba por vencida.
Y se propuso recomponer uno a uno los pedazos que quedaban de lo que un día
fuera su pequeña amiga.
Marta
fue a visitar un día a Juliette preocupada porque ésta ya no salía nunca de
casa, y con el pretexto de celebrar el cumpleaños de Patricia, una amiga común
de ambas, Marta consiguió que Juliette aceptara la propuesta. Pepe estaba
alerta.
Juliette
estaba sentada en la terraza de un bar de copas con sus dos amigas, que
charlaban alegremente sobre la última moda en bolsos. Pero tenía la mirada
perdida porque ya nada le interesaba. No quería que ellas lo notaran, por ello
cuando veía a sus amigas sonreír, ella sonreía. El cuerpo de Juliette estaba
allí, pero no su cabeza.
Dos
mesas más allá un chico moreno de ojos claros no hacía más que mirar a Juliette
sin que esta se diera cuenta, de pronto sus miradas se cruzaron un instante y
Juliette sintió cómo el corazón se le salía del pecho. Ambos apartaron la
mirada nerviosos. Juliette no entendía porque había reaccionado así e intentó
dejarlo pasar, no tenía ganas de conocer a nadie. Pero a lo largo de toda la
noche se descubrió buscando la mirada de aquel misterioso chico, y cada vez que
la encontraba su corazón latía con más fuerza.
Esa
noche Juliette conoció a Jorge, que también empezaba por J pero nada tenía que
ver con Javier. Esa noche Juliette decidió dar una segunda oportunidad al amor.
Pepe
sonrío para sí, el solito lo había conseguido. Y así, siguió bombeando sangre al
ritmo de aquella famosa canción de los Beatles.