Indagando en lo que soy,
Me encontré con lo que era;
Sin creer que lo que viera,
Pudiera ser algún día.
Y por intentar
esconder
Lo que mi corazón decía,
Cambié tu nombre en
mis versos
Y así maté mi osadía,
Más no hubo nombre de hombre
Que durase en mis escritos,
Sin acabar convertido
En un nombre de mujer.
De Mario pasó a María,
Que se aferró a mis sentidos
y me cogió entre sus dedos
Por no dejarme caer.
Y cuanto más escribía,
Más cerca estaba de mí.
¿Quién soy yo?
Os preguntaréis.
Pues creedme cuando os digo
Que ni yo misma lo sé.
Me suelen llamar Lucía,
Lucía la que no duerme,
La misma que por el día
Se conforma con la muerte.
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