No necesitaba nada, porque ya lo tenía todo, y sin embargo sus ojos estaban vacíos, como lo estaba su vida.
Una meta: ser rico.
Una observación. ¿Qué es ser rico?
El problema de fijarse una meta es que cabe la posibilidad de que no se cumpla nunca.
Nunca se es suficientemente rico. No era feliz ahora. No lo sería nunca.
Lloró. Y se permitió hacerlo durante un buen rato. Había olvidado el placer que producía llorar. Se secó las lágrimas de la cara y se dio cuenta de que los últimos años había vivido como un autómata, como si alguien hubiera pulsado el botón que desconecta los sentimientos. Programado para no sentir. Y ni siquiera había sido capaz de percatarse de ello hasta ahora.
¿Cómo había podido dejarse engañar de esa manera? Echó la vista atrás y recordó. Recordó cuando aún era un niño, recordó que un día fue capaz de reir, y también de amar. ¿En qué momento exactamente había dejado de hacerlo? El problema, pensó, es que no había un momento concreto, una situación determinada a la que poder culpar; el proceso suele ser paulatino. Pero él se dio cuenta al final. Es posible aniquilar a los demás para llegar a “lo más alto”, pero olvidamos que lo más alto no debería estar en la cima de la montaña de cadáveres coleccionados a lo largo del camino.
Los valores que nos inculca la sociedad son todo menos humanos.
O quizás lo son demasiado…
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